POR GRETTA HERNÁNDEZ
IberoNews.- Para Kendra Carrión Vivar, doctorante en Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, en la Ciudad de México, el proceso de autocratización en Nicaragua inicia antes de que Ortega regresara al poder.
La académica, que actualmente es visitante en la Universidad de San Francisco, California, versa su tesis doctoral sobre el rol de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y lo que ella denomina el “proceso de autocratización en Nicaragua”.
Con soltura, Kendra Carrión inicia el recuento de los sucesos con un vistazo al pasado. “El proceso de autocratización empieza con un pacto que se concreta en el año de 1993 y se formaliza en el año 2000 entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega, que era el líder de la oposición. A partir de entonces, el bipartidismo se ejerce en el sistema político nicaragüense.
“Con ello se minimizó la participación de fuerzas políticas menores. Las cuotas políticas y representantes fieles a los líderes de las instituciones del Estado fueron comparsas. Después vinieron las reformas electorales que terminaron beneficiando a Ortega”, dice Kendra Carrión.
Pasado cuestionable
La OEA ha tenido diversos roles que finalmente no han sido conducentes para defender la democracia en Nicaragua, afirma la académica. En las elecciones de 2011, la OEA fue invitada a acompañar, que no a observar.
A pesar de que la Unión Europea y la OEA fueron invitados, la primera sí emitió varias dudas y cuestionamientos sobre cómo se gestionó el proceso electoral. No obstante, la OEA, a pesar de decir que se le negó el acceso a muchas mesas electorales, en el informe presentado en el consejo permanente terminó por ratificar los resultados.
Ese fue un momento importante en el quiebre de la democracia que se dejó pasar. A nivel regional, continúa Kendra, se constató que existían elementos para el intento de reelección indefinida.
“Si bien la reelección es un derecho, la sanidad de la democracia depende mucho de la alternancia. La reacción de la OEA fue tardía”.
En 2017 el secretario Luis Almagro pidió una opinión consultiva a la Corte Interamericana y la opinión consultiva sobre reelección indefinida fue “no es un derecho humano”.
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Aliados y adversarios
En el caso de Nicaragua, ha sido muy difícil articular las voluntades de los países de la región. Algunos como Estados Unidos, Canadá, Costa Rica y Uruguay impulsan la condena, pero otros, si bien es cierto que responden a la tradición de su política exterior, terminan obstruyendo.
En el caso de Nicaragua, los países que han obstruido la acción regional son México y Argentina, quienes además han tomado una postura conjunta. Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, no han condenado abiertamente al régimen nicaragüense.
En el mejor de los casos, ambos mandatarios optaron por retirar a sus respectivos embajadores cuando ya era muy evidente el quiebre de la democracia, pero no se han ejercido acciones contundentes.
Recordemos, expresa Carrión que, en 2016, Luis Almagro, secretario general de la OEA, emitió un informe de “sus impresiones” sobre el proceso electoral en Nicaragua; sin embargo, este informe nunca fue público, pero sí condujo a la firma de un acuerdo que dio lugar a un memorándum de entendimiento.
Con el acuerdo se permitió el acompañamiento para las elecciones municipales de 2017 y se acordó que se trabajaría en reformas electorales. Cabe recalcar que, en muy pocas ocasiones, 2017 y 2021, se hizo referencia a la situación del sistema político, pero antes, no.
Leyes a la medida
A pesar de que era obvio, sabido y público que las leyes eran a medida, las acusaciones fueron débiles. Incluso, en 2011, cuando fue el momento de quiebre, Nicaragua no pagó ningún precio por la infracción democrática. Nadie rompió relaciones con el país centroamericano. La Unión Europea recortó sus proyectos de apoyo financiero y también Estados Unidos, pero nunca fueron significativos.
Las instituciones financieras internacionales, al ser Nicaragua un país de ingresos medios-bajos, justificaron que el país estaba en el área de prioridad de cooperación financiera internacional; de tal suerte, que el régimen tuvo mucho dinero para sostenerse.
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Kendra se hace una pregunta clave para la democracia Latinoamericana: ¿Cómo se puede defender la democracia vía observación electoral, cuando el sistema electoral está totalmente viciado?
“A pesar de tener varios rasgos sultánicos, lo que diferencia al régimen de Ortega con el de Somoza es el uso de la represión; sin embargo, ésta misma no ha dejado de ir en aumento. Primero fue una represión generalizada, después comenzaron las operaciones de limpieza para desactivar movilizaciones en todo el país”.
La represión como método
Carrión Vivar asegura que el régimen nicaragüense ha “sofisticado” sus técnicas represivas: ahora son selectivas. Va en contra de potenciales liderazgos surgidos durante las protestas, líderes políticos ya establecidos y medios de comunicación.
Con la llegada de la pandemia en 2020, considera la especialista, terminó por otorgar un nuevo eje de oportunidad represiva, “porque usó el estado de excepción, que delimitó la libertad de movimiento y la libertad de reunión”.
A partir de 2018, si bien la OEA quiso tener un rol más activo en términos de canalizar el diálogo y promover la mediación, en realidad el régimen instrumentó muy bien a los actores internacionales y en particular a ese organismo.
En 2019 hubo otro intento de diálogo fallido que no logró mucho más que la liberación de algunos presos políticos, pero aquí también destaca la participación de Estados Unidos que comenzó a sancionar a integrantes del régimen y a miembros de la familia presidencial.
Eco internacional
Los organismos de derechos humanos ya habían relatado la represión, la violencia, la desaparición y muerte de miembros de la oposición. La respuesta: en 2018 el régimen expulsó a varias ONG.
En 2021, la secretaria general de la OEA publicó, al fin, un informe muy duro sobre la situación en Nicaragua, el primer documento donde la OEA menciona sobre el deterioro de la democracia.
En una disección observada con lupa, la especialista internacional afirma: “las amenazas a la democracia han evolucionado con mayor rapidez que los instrumentos para su defensa”. Y después se pregunta: “¿qué pasa cuando quienes violan la democracia son aquellos que fueron democráticamente electos?
El escenario para posibles respuestas se encuentra estancado. Kendra asevera que se necesita un consenso regional para poder adoptar un criterio general. La nueva ola de izquierdas no tiene una postura clara, porque con la pandemia los gobiernos enfocaron su mirada en lo doméstico.
“Hay muchos estallidos que violan la democracia en las Américas: Perú, Venezuela, Brasil, El Salvador. De tal suerte que la OEA no puede actuar de una manera consensuada”. En días recientes, López Obrador se lanzó contra la OEA y planteó sustituirla con un organismo que no sea “lacayo de nadie”.
La posible sustituta
Voces anónimas del gobierno mencionan que Daniel Ortega está enfermo, algunos aseguran que, durante las protestas de 2018, el presidente estaba en Cuba atendiéndose una enfermedad, y que fue Rosario Murillo quien dirigió las represalias.
Sin embargo, al parecer Murillo no tiene seguidores dentro del gobierno. Es probable que ella quisiera, en caso de que Ortega fallezca, tomar el poder, pero no se sabe si cuenta con el apoyo estructural.
“Sabemos que hay inconformidad dentro del partido, pero no sé hasta qué punto pueda ser conducente a un retiro del apoyo partidista al régimen. Sin embargo, las fuerzas armadas están del lado de Ortega, porque él les ha dado muchos beneficios”, dice Kendra.
El último roce
A pocos días del arranque de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, el presidente López Obrador, el mismo que propuso sustituir a la OEA, el mismo que se negó a sancionar a Nicaragua cuando pertenecía a la OEA, pide a Joe Biden, anfitrión del cónclave, invitar a la cumbre a tres países que la Casa Blanca descartó por considerarlos no democráticos: Nicaragua, Venezuela y Cuba.
De no ser invitados, el mandatario mexicano amagó con no asistir y enviar al canciller Marcelo Ebrard como un mensaje de protesta. El jueves 26 de mayo, Kevin O’Reilly, coordinador de la cumbre, con respecto a invitar a Venezuela, publicó en Twitter: “Rotundamente no. No lo reconocemos como un gobierno soberano”.
Díaz Canel, presidente de Cuba, también descartó su asistencia: “Estados Unidos había concebido desde un inicio que la Cumbre de las Américas no fuera inclusiva”, dijo.
Las declaraciones se dan en un contexto de división política entre los países latinoamericanos y la fractura del liderazgo norteamericano.
Mientras tanto, Daniel Ortega, declaró: “no le podemos estar rogando al yanky para que nos invite a su cumbre”. Siendo Estados Unidos el mayor aliado comercial de la economía nicaragüese, el país más pobre de Centroamérica cada vez se queda más solo.
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