Centroamérica sigue un modelo de condiciones laborales precarias

Las condiciones laborales en Centroamérica no se adaptan a los requerimientos de la nueva normalidad de la era post-Covid.

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Las condiciones laborales en Centroamérica tienden a deteriorarse con el paso del tiempo. Foto: tomada de energepic.com en Pexels.

OPINIÓN l POR CLAUDIA GARCÍA MANCILLA*
Tradicionalmente el mercado laboral en los países centroamericanos se caracteriza por una alta oferta de mano de obra y un déficit de demanda laboral. Esta escasez de puestos a ser ocupados tiene como consecuencia el deterioro de las condiciones laborales en Centroamérica.

Esta situación se hace más crítica entre aquella parte de la población en condiciones de exclusión, discriminación y acceso a menores ingresos. Esto incide en una alta tendencia a migrar. Así mismo, los países de la región se han caracterizado por un alto grado de informalidad. Este sector cobra más relevancia derivado de las tasas de desempleo. También porque se ha vuelto más grande a raíz de la pandemia.

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La exclusión laboral en las mujeres

Las condiciones laborales en Centroamérica tienden a deteriorarse con el paso del tiempo. Esto también ocurre en el resto del continente. En este sentido, existe otro fenómeno que se observa en el mercado laboral centroamericano. Se trata del poco acceso y escasas oportunidades que tienen las mujeres para tener fuentes de trabajo.

Según un estudio de la CEPAL de 2017, las mujeres enfrentan más obstáculos para acceder a un empleo. Por citar un ejemplo, para una misma plaza laboral, las mujeres deben de cumplir con más requisitos formales que los hombres. Así mismo, el estudio señala que las mujeres que ocupan los mismos puestos que los hombres generalmente tienden a contar con un nivel educativo más alto. No obstante, devengan menores ingresos.

Estas condiciones socioculturales están reflejadas en la precariedad del mercado laboral. Y la pandemia del COVID-19 ha hecho más evidente estas diferencias e inequidades.

Otra publicación de la CEPAL, en 2020, señala que la pandemia del COVID-19 ha generado una crisis económica en los países. Ha afectado de forma negativa las condiciones laborales, principalmente las de las mujeres. Esto representó “un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral”.

La principal recomendación era la transformación del mercado laboral hacia una era digital. Esta permitiría la inclusión de las mujeres en el entorno laborar. Y garantizaría a la fuerza laboral femenina igualdad de oportunidades.

Sin embargo, estas recomendaciones están muy lejos de ser atendidas en el mercado laboral de los países de la región. En ellos, la tendencia es retornar a condiciones de trabajo que no cumplen con esta recomendación.

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Lecciones mundiales de la pandemia

Además de conocer las condiciones laborales de Centroamérica hay que echar un vistazo a lo que ocurre en otras partes.

La funcionalidad del teletrabajo parece haber sido tan altamente productiva en regiones de Asia o Europa. En el caso de algunos países, como Japón, mostró un incremento significativo de la productividad. De hecho, están tratando de que el teletrabajo se convierta en ley. También está el caso de Portugal, que volvió obligatorio el trabajo desde casa.  

Actualmente, Estados Unidos y Europa, están experimentado un proceso de escasez de mano de obra, una reducción en la oferta de trabajadores.  En estas economías desarrollas los puestos ocupados no han regresado a los niveles pre pandemia. Y las tasas de ocupación son bajas, por lo que existen bastantes puestos de trabajo.

Sin embargo, los trabajadores no han regresado a ocuparlas por completo. Esto se debe a que están en la capacidad de demandar mejoras en sus condiciones laborales.

Aquellas ocupaciones que demandan trabajo presencial son las que se han visto más afectas. Por ejemplo, restaurantes, entretenimiento entre otras. Pero la tendencia es que los trabajadores busquen ocuparse en aquellas que ofrezcan trabajo remoto.

Esto es especialmente importante para una parte de la fuerza laboral femenina. Hay que recordar que ahora enfrenta el desafío de tener a su familia haciendo sus actividades desde casa.

Un artículo de Toptal, señala que grandes empresas como Google y Ford han delegado la decisión a nivel de los equipos. Así, han tenido la libertad de diseñar horarios que les permitan trabajar desde casa algunos días y otros en la oficina. A esto le han llamado “trabajar apropiadamente”, o bien un trabajo en condiciones decentes.

Según estas grandes compañías, esta flexibilidad ha resultado en trabajadores más comprometidos y más productivos. El formato de trabajo es eficiente. Así mismo, permite la inclusión de la fuerza de trabajo femenina, permitiéndole elegir un balance entre su profesión y su vida.

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A la antigua, las condiciones laborales de Centroamérica

Sin embargo, la tendencia en las economías pequeñas y en desarrollo parece seguir un modelo precario y caduco. Por ejemplo, además de esos factores, las condiciones laborales en Centroamérica se caracterizan por sus bajos ingresos.

Devengar por hora sentado en una silla en la oficina es el modelo que más les favorece a aquellos que no saben liderar, sino más bien siguen siendo capataces en las grandes fincas.

No han atendido ninguna lección aprendida durante la pandemia. No ha habido muestras claras que se esté dando una tendencia hacia la modernización de las condiciones del empleo. Ni mucho menos se ha mostrado el lado humano.

Esto, a pesar de que el cambio de rutinas significó en la mayoría de los casos un aumento en la calidad de vida. Podemos mencionar cambios en alimentación, ahorro en tiempos de traslado y descanso en tiempos muertos. También podemos añadir que se comparte más con familia y la reducción de los permisos laborales o de bajas por enfermedad, entre otros).

Sin embargo, se quiere vender la idea de ser una región moderna, eficiente, y que está en búsqueda del desarrollo. Pero eso sólo pasa a ser un eslogan más,  ya que la realidad que se vive en las condiciones laborales refleja lo contrario.

* Claudia García es economista investigadora y catedrática universitaria con experiencia laboral tanto académica como en el sector público de más de 15 años. Actualmente reside en ciudad de Guatemala.

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