OPINIÓN l POR ERNESTO KRAWCHIK *
Se habla tanto de transformación digital que a veces se pierde un poco el sentido de las palabras. ¿Cómo sé si mi empresa se está transformando digitalmente? ¿Alcanza con tener computadoras en cada escritorio?
La transformación digital no es la mera acumulación de computadoras y programas. Es la íntima conexión de la información en todos los procesos de mi organización con clientes, proveedores, partners, etc. Implica tanto a clientes internos como externos.
Es un camino que ensancha los horizontes de la empresa y abre nuevas e inmensas oportunidades. Pero requiere de un cambio profundo en la organización. Es un camino que nos lleva a nuevas alturas. Pero puede presentarnos obstáculos y desafíos durante la travesía.
Tratemos de definir primero en qué consiste la tan mentada transformación. Se trata del uso intensivo y pervasivo de información en todos los procesos, en las relaciones entre personas, y en el diseño de nuestros productos y servicios.
En la movilidad ayuda a poder trabajar desde cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquier dispositivo. En la inteligencia artificial permite predecir comportamientos y encaminar el viaje de nuestros clientes junto a nuestra empresa. Y también beneficia en la automatización de procesos internos y externos.
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Los desafíos de la transformación digital
En ese sentido, el primer desafío es estratégico y cultural. No hay proceso de transformación digital exitoso sin la convicción y el liderazgo de la cabeza de la organización. En las pymes, muchas veces esta posición es desempeñada por el dueño o la familia propietaria, que son al mismo tiempo quien piensa la estrategia, la ejecuta y lidera la operación. Esto genera que muchas veces lo urgente prima sobre lo estratégico y el corto plazo se traga toda la capacidad de acción. Visión y liderazgo son las piedras fundamentales de la transformación.
En segundo lugar, las pymes enfrentan –como en todos los órdenes– un problema de escasez de recursos en comparación con las empresas más grandes. Esto las obliga a priorizar sus proyectos de manera inteligente.
Hay varias maneras de ordenar los proyectos. Podemos dividirlos entre los que generan nuevos y mayores ingresos y los que reducen costos o eficientizan procesos (hay algunos que hacen ambas cosas, pero siempre con énfasis en algún costado). O podemos pensar en áreas de interés, como la relación con los clientes, el diseño y elaboración de productos, o los procesos para atraer y retener talentos.
Tarde o temprano tendremos que abordarlos todos. Pero cada empresa tiene una realidad diferente y unas fortalezas y debilidades propias.
Por último, está el desafío de ir a fondo en la transformación. Éste requiere el compromiso de toda la organización en la ejecución, sin desmayo de los proyectos. No hay peor transformación que la que queda a mitad de camino, ya que no solo no cumple los objetivos, sino que genera desánimo, descrédito y desconfianza.
Futuro digital
Me gustaría terminar estas opiniones con una invitación a imaginar nuestra empresa transformada digitalmente. Tenemos un equipo de trabajo sin horario fijo ni ubicación permanente. En él los empleados están conectados en el momento y lugar que lo necesitan con acceso a todos los sistemas e información de la compañía sin límites. Nuestros clientes se relacionan fluidamente con nosotros de manera omicanal las 24 horas del día, los 365 días del año. Toda la información de nuestro negocio es analizada por nuestros motores de inteligencia artificial. Estos sistemas predicen comportamiento de clientes y nos permiten anticiparnos a sus deseos y decisiones.
No es futurología. Es la transformación digital que están viviendo miles de empresas de todos los tamaños hoy.
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* Ernesto Krawchik es Managing Director Reseller de Coudgaia
