OPINIÓN l POR URIEL NAUM AVILA
Aproximadamente 78,000 millones de dólares anuales agregaría el nearshoring a las exportaciones de América Latina y el Caribe, según cálculos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 64,000 millones serían por comercio de bienes y 14,000 por comercio de servicios.
Lo interesante de esto, es que casi la mitad de este monto se estaría generando con la instalación de plantas industriales en México (34,000 mdd), un aspecto del que se puede beneficiar Centroamérica si la región logra conectar con mayor énfasis sus cadenas productivas con el país vecino.
Automotriz, textil, farmacéutico y energías renovables, son sectores en los que se observan oportunidades para la región con el traslado de cadenas productivas de Asia y Europa a Latinoamérica, ante la vulnerabilidad que mostraron en la pandemia COVID-19, dada la poca disponibilidad de insumos en los procesos de fabricación y los traslados de productos en los mercados meta para ser comercializados.
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Para Reuters, existen tres aspectos que hacen atractivo a las cadenas productivas instalarse en la zona norte del continente:
- Cadenas de suministro rápidas y seguras.
- El desempeño estable de la industria.
- Y la cercanía con Estados Unidos y Canadá.
Yo agregaría dos más, que son el costo de mano de obra que cada vez es más competitivo respecto al de China y la confianza que conlleva el estar cerca y tener tratados comerciales con Estados Unidos (tanto México como Centroamérica los tienen).
En un entorno de incertidumbre y desconfianza entre Estados Unidos y China, este elemento no es menor al momento de decidirse por invertir en la instalación de unidades productivas.
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Centroamérica no debe esperar
La experiencia de México y otros países como Honduras o Guatemala, es que, si bien la industria maquiladora genera fuentes de trabajo, poco abona a la movilidad social de las personas y, por ende, a mejorar su calidad de vida. De igual forma, los procesos de ensamblado añaden poco valor tecnológico y conocimientos nuevos a los mercados locales.
En este sentido, tanto México como Centroamérica tienen la oportunidad de generar un ambiente donde no sólo lleguen empresas de bajo valor agregado, sino también aquellas que están configurando la Cuarta Revolución Industrial y que serán cruciales, por ejemplo, para la construcción de Smart Cities (Ciudades Inteligentes) y el desarrollo de Home of Things (Hogar de las Cosas; es decir, casas inteligentes).
Para ello, no solo será necesario crecer infraestructura para la expansión manufacturera, como carreteras o parques industriales, sino tener realmente voluntad de trabajar en un tejido industrial entre los países que pueden dotar de insumos a las industrias mencionadas, colaborando más que compitiendo. Lamentablemente, en eso de la colaboración regional, autoridades y empresas históricamente han salido debiendo, aunque las compañías extranjeras podrían cambiar esa realidad.
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