POR FRANK ÁVILA
IberoNews.- Actualmente, en América Latina y el Caribe hay una presencia del 49% de hombres y un 51% de mujeres, considerando una población total de 652,276, 325 habitantes en el año 2020, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero esto no se refleja en aspectos de equidad de género.
Estos números muestran con claridad que la presencia de mujeres y hombres es similar, sin embargo, en términos de acceso a la igualdad de trato y oportunidades, así como el ejercicio de los derechos en la vida cotidiana, para unas y otros es muy diferente aun viviendo bajo un mismo techo.
Y es que la pandemia por el virus SARS-Cov2 ha sido implacable con las mujeres, recrudeciendo las tareas del hogar a las que dedican largas jornadas de trabajo en el día a día, sumado al tiempo de trabajo no remunerado que muchas suelen realizar.
Las mujeres juegan diversos roles, de tal manera que son también estudiantes, madres, trabajadoras, cuidadoras, crían a las y los hijos, les educan, se encargan de las actividades domésticas, administran la economía del hogar, atienden al marido y a quienes se enferman en casa, y se vierten de tanto que se olvidan de sí mismas.
De las manifestaciones en la calle a volver al trabajo
Enunciar el concepto de equidad de género para el grueso de las mujeres en Latinoamérica es aún algo difuso de realizarse en sus vidas, enfrascadas en el arduo esfuerzo que les implica sacar adelante a sus familias; al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que en América Latina alrededor del 30% de los hogares se encuentran jefaturados por una mujer, ya que el varón o padre se encuentra ausente.
Históricamente, diversos grupos de mujeres alrededor del mundo han luchado por una igualdad de trato y oportunidades, sin embargo, aún quedan muchos pendientes por resolver.
En diversos países de Latinoamérica la cultura discriminatoria subyuga a las mujeres, ya que se les impide acudir a la escuela o se les limita a tan sólo estudiar el nivel básico de educación; no pueden ser propietarias de una casa o de un terreno, ya que cualquier bien de la familia se pone a nombre del varón; inclusive le es más complicado que a los hombres acceder a tener alguna cuenta en el banco o ser sujetas de un crédito.
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En muchos lugares, la cultura familiar dicta que las mujeres no reciban herencia, ya que “serán mantenidas” al casarse. En muchos poblados, las adolescentes y jóvenes son casadas bajo arreglos de intercambio por posesiones; vendidas a un hombre, dadas en matrimonio a temprana edad; no tienen elección en cuanto al número y espaciamiento (temporalidad) del nacimiento de los hijos, sino que el marido lo decide.
Con relación al trabajo, la mayor parte de las mujeres se desempeña en el área informal, con horarios prolongados, sin prestaciones, bajos sueldos y los contratos son únicamente de palabra, quedando completamente desprotegidas de la ley.
Algunas cifras en América Latina
De acuerdo con información proporcionada por Periodismo contra la desigualdad, 168 millones de latinoamericanos viven en condición de pobreza, y la mayoría son mujeres. Las mujeres presentan 3.2 años menos de estudio en relación con los hombres. La cuarta parte de las mujeres que viven en territorios indígenas y entre los 12 y 17 años no asistieron a la escuela secundaria.
El número de horas que las mujeres dedican al trabajo doméstico y al cuidado de la familia es hasta 70% mayor que el de los hombres. El 54% de las mujeres que laboran lo realizan en empleos informales. Los hombres en un mismo cargo y nivel ganan hasta un 25% más que las mujeres. Los hombres ostentan hasta el 88% de tenencia de la tierra.
Pendientes por resolver para alcanzar la equidad de género
Diversos especialistas e instituciones recomiendan llevar a cabo las siguientes acciones para generar un entorno más equitativo en la región:
- Paridad de género en las Legislaturas y el servicio público. Es necesaria la presencia de mujeres en los gobiernos federales, estatales y municipales que puedan velar por las necesidades e intereses de las mujeres, reflejándose en la legislación, las políticas públicas, los programas y acciones de gobierno.
- Establecimiento de nuevas masculinidades en la sociedad. Hoy día la mayoría de los hombres siguen basando su forma de pensar, comportamientos, decisiones y hábitos de acuerdo con patrones tradicionales, por lo que el tema de la igualdad debe alcanzar completamente los espacios públicos y privados.
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- Impulso a la inclusión de mujeres en los espacios laborales. En el entorno laboral, es necesaria una igual representación de mujeres y de hombres en la estructura de las empresas de manera horizontal y vertical, proveyendo del talento femenino en los equipos de trabajo, considerando a su vez la igualdad salarial.
- Prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia de género. La violencia hacia las mujeres en sus diferentes tipos y ámbitos de expresión es una constante violación a sus derechos humanos. Una sociedad equitativa es una sociedad sin violencia de género.
- Promoción de la educación escolar en las mujeres. En la medida en que una sociedad tenga un mayor número de mujeres altamente preparadas en lo académico, tendrá mayores oportunidades de desarrollo en general. Una sociedad culta es una sociedad propositiva, promotora de la paz, participativa, democrática y humana.
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