OPINIÓN / VANESSA MARTÍNEZ LARIOS / MUJERES EMPRENDIENDO GUATEMALA
IberoNews.- “No duermo bien, me siento cansada todo el tiempo, tengo problemas de salud, me siento agobiada tratando de sacar a mi familia adelante. Desde hace mucho tiempo no me siento feliz, siento que no tengo control de mis emociones, me es difícil concentrarme y siento que llevo una gran carga sobre mis hombros”.
Del 2020 a la fecha estas han sido algunas de las frases que he escuchado en repetidas ocasiones de voz de mujeres empresarias, emprendedoras, amas de casa, profesionales, estudiantes e, incluso, con la que me he identificado en varios momentos a lo largo de estos años.
Y es totalmente entendible, en tanto que las mujeres tenemos el doble de probabilidad de presentar estrés y ansiedad en comparación con los hombres. Según un estudio difundido en The Journal of Brain & Behavior, en 2016, adicional a información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres hacemos casi el triple del trabajo doméstico no remunerado que los hombres.
Las consecuencias en la salud mental , física y emocial
Para muchas mujeres la pandemia significó el cierre de sus negocios, el incremento de responsabilidades a nivel laboral y familiar, divididas entre las tareas y actividades de hijos en edades escolares, malabareando con cumplir jornadas de trabajo de manera remota, asumir el rol de cuidadoras de familiares con enfermedades crónicas o que se contagiaron de COVID-19. En el peor de los casos, muchas fueron víctimas de violencia física y psicológica, durante el tiempo de confinamiento.
Y muchas sobrevivieron a ese tiempo de cambio o a esos “factores estresores” en su salud mental y emocional gracias a la capacidad de adaptación y supervivencia que tenemos todos los seres humanos, tal y como señalaba el Dr. Rafael Martínez Cortéz, médico neurocirujano, especialista en estrés y ansiedad: Las personas estamos diseñadas para responder o para hacer frente a las situaciones de cambio, y lo haremos con todos los recursos físicos, mentales y emocionales con los que contemos en ese momento.
Pero pasado el momento de cambio o la situación de estrés, vendrán los efectos secundarios de haber hecho uso de esos recursos y entonces empezaremos a sentir el desgaste y los estragos de lo ocurrido; de la misma manera como cuando ocurre un terremoto, al momento inicial solo buscamos ponernos a salvo y resguardar la vida y, pasado el peligro, enfocamos la atención en la destrucción, lo perdido, lo que podemos recuperar y poco a poco en cómo reconstruimos y repararemos los daños de la catástrofe vivida”.
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El lastre de la pandemia
A tres años de la pandemia que cambió el mundo como lo conocíamos, ahora nos enfrentamos a un nuevo reto: el de reconstruirnos, de salir de la pandemia de salud mental y emocional de la que muy poco se hablaba antes del 2020, y el de transformar todas las pérdidas que hayamos experimentado en una nueva forma de pensar, sentir y actuar.
¿Cómo hacerlo? El primer punto de partida es preguntarnos ¿En dónde estoy física, emocional y mentalmente? Reconocer si sigo en “modo supervivencia”, si continuo “haciendo el recuento de los daños o pérdidas” o si ya estoy en la “etapa de reconstrucción” de mi vida.
Tal y como señala John Helliwell, uno de los autores del Informe sobre la felicidad mundial presentado este año, “la pandemia ha provocado mucha reflexión. La gente se está replanteando los objetivos de su vida. Están diciendo: ¿Cómo quiero pasar el resto de mi vida?’”.
* Vanessa Martínez Larios es comunicadora, Cofundadora de Clan Studios, miembro fundadora de la clínica Stress Center, Coautora del libro “Si yo Cambio el Mundo Cambia”, y coach para el manejo del estrés.
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