POR HUGO SALVATIERRA
IberoNews.- En los últimos cinco años los bonos verdes en Centroamérica han demostrado su viabilidad. Sin embargo, su crecimiento dependerá del rumbo que tomen las energías renovables en la región. En este sentido, es necesario que bajen los costos de los equipos. Además, es preciso que los inversionistas entiendan, manejen y mitiguen el perfil de riesgo de cada país.
Estos instrumentos de deuda son emitidos por gobiernos, bancos, municipalidades o corporaciones. De hecho, diferentes instituciones públicas y privadas ya los han utilizado en el Istmo.
Entre ellas se encuentran la empresa de energía Ecosolutions y CMI. También están Banco Nacional de Costa Rica, Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), CIFI y Banco Popular y de Desarrollo Comunal.
La finalidad de los bonos verdes es recaudar fondos para dar soluciones al cambio climático. Esta etiqueta se puede aplicar a cualquier formato de deuda. Esto incluye colocaciones privadas, titulizaciones, bonos garantizados y sukuk (certificados financieros, en árabe).
La clave es que las ganancias se destinen a activos “verdes”, explica el informe Oportunidades de financiamiento verde en Centroamérica y el Caribe 2021. El documento fue elaborado por Climate Bonds Initiative y patrocinado por el BCIE.
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Bonos verdes en Centroamérica, la gran oportunidad
“Hace 15 años fue muy distinto”, calcula Sean Porter, director de Comercialización, Nuevos Negocios, Fusiones y Adquisiciones en CMI Energía. Agrega que en todos los países ve una presencia muy sustancial de energías renovables, algo que no ocurría 10 años antes.
Ahonda que para ser atractivo en inversiones de energías renovables es necesario analizar tres factores. Primero hay que tomar en cuenta la calidad del recurso (viento, sol o agua) en el que se ubicará una planta de generación. Luego viene el precio de los equipos. Y finalmente está el perfil de riesgo del país.
Al hablar de bonos verdes en Centroamérica dice que la región tiene fuentes de clase mundial. “Hay muy pocos sitios de viento que pueden igualar a lo que se ve en el sur de Nicaragua o en el Norte de Costa Rica, en Guanacaste”, explica. También destaca la radiación solar del Sur de Honduras y de prácticamente toda la costa de El Salvador. Ahonda que ocurre lo mismo en Nicaragua.
Desde su punto de vista, el precio de los equipos está registrando incrementos, al igual que en el resto del mundo. Esto es un reflejo de las alzas en los costos del transporte y materias primas como el cobre y el silicio. Éstos son utilizados para las celdas solares y la conducción de la electricidad.
Hoy son más caros que hace dos años, pero aún así siguen siendo más económicos que hace 10 años.
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Energías renovables y el factor estabilidad
El otro punto importante para el desarrollo de las renovables y por lo tanto de los bonos verdes en Centroamérica es la estabilidad de las naciones. “Hemos visto alguna afectación de algunos de los países, por temas de institucionalidad”, indica Porter.
En este sentido, reflexiona que las empresas sólo requieren sitios con situaciones aptas para la inversión, porque ya existe el recurso natural. Además, los mercados de capital internacional tienen apetito por invertir en proyectos de energía renovable.
“Si podemos asegurar sociedades transparentes, democráticas, donde el marco jurídico funciona, podríamos seguir convirtiendo a Centroamérica en un ícono de energía renovable en el mundo. Y eso no es descartar los avances que hemos hecho”, puntualiza Porter.
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El futuro de los bonos verdes en Centroamérica
La primera emisión de bonos verdes en Centroamérica ocurrió en abril de 2016. Tuvo lugar en el sector energía y corrió a cargo del Banco Nacional de Costa Rica. La más reciente es la de Banco Popular y de Desarrollo Comunal, también en Costa Rica. Fue en mayo de 2021 en infraestructura, indica información de Pacific Credit Rating (PCR). Pero la más grande es la de CMI, con 700 millones de dólares.
Desde la óptica de Porter, es un fenómeno positivo que ha tenido un gran empuje en los últimos años por distintos tipos de inversionistas. Lo mismo gobiernos, que banca multilateral, inversionistas privados y todo tipo de bonistas. Esto se debe a que se está buscando colocar el dinero en productos amigables con el medioambiente y la sociedad, como es el caso de las energías renovables.
“Si nosotros vemos por geografía quiénes invirtieron en el bono verde que nosotros emitimos el año pasado, que fue un bono verde de 700 millones de dólares, vemos casi todos los continentes cubiertos, salvo Antártida”, expone.
Por ende, opina que si las empresas se aseguran de que sus inversiones son sostenibles y amigables con el medioambiente los inversionistas verán sus proyectos con un perfil de menor riesgo. Por ende, exigirán una tasa de retorno menor por su inversión. Esto evidentemente significa “más dinero a menos costo”. De este modo, el sector de energías renovables podrá seguir creciendo en la región.
Agrega que para que haya más proyectos de emisión de bonos verdes en Centroamérica es necesario que los gerentes y directores de las empresas, así como los inversionistas, desarrollen planes y vayan en busca de los recursos.
“Estos procesos no son baratos. Entonces uno debe tener el fondeo necesario, la base de activos necesario para que se justifique. Pero cada vez que alguien lo hace lo hace más fácil para el siguiente y esperamos que sigan muchos más”, concluye Porter.
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