Cada cuatro años, nuestros calendarios se ven afectados por la inclusión de un día adicional: el 29 de febrero, haciendo un año bisiesto. Este ajuste se debe a la discrepancia entre el calendario gregoriano, utilizado en Occidente desde 1582, y el año solar, que es el tiempo exacto que la Tierra tarda en completar una órbita alrededor del Sol. Sin embargo, ¿sabías que los egipcios ya habían considerado estos ajustes en su calendario? ¿O que en el calendario juliano, utilizado por los romanos, el día adicional se agregaba después del 24 de febrero en lugar del 29?
El año bisiesto se refiere a un año que ocurre cada cuatro años e incluye un día extra en el calendario para compensar el desajuste con la duración real del año solar. Comúnmente se piensa que el año solar tiene exactamente 365 días. En realidad, su duración es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45.10 segundos. Dado que el calendario gregoriano cuenta solo con 365 días exactos, cada cuatro años es necesario corregir esta discrepancia añadiendo un día adicional.
Sin embargo, esta corrección no es totalmente precisa, ya que se aproxima a un cuarto de día cada año, lo que con el tiempo resultaría en un pequeño desfase. Por ello, el calendario gregoriano distingue entre años seculares y no seculares. Los años seculares son aquellos que son múltiplos de 4, mientras que los no seculares son múltiplos de 400. Esto significa que tres de cada cuatro años seculares no son bisiestos. Por ejemplo, los años 1800 y 1900 no fueron bisiestos, a pesar de ser divisibles por 4, ya que no lo fueron por 400. Sin embargo, el año 2000, divisible tanto por 400 como por 4, fue considerado bisiesto.
De esta manera, el calendario gregoriano opera en ciclos de 400 años. En estos hay 97 años bisiestos y 303 años comunes, resultando en una duración promedio del año de 365.2425 días. Reduce la discrepancia con el año solar a menos de medio minuto por año.
Por otro lado, el calendario juliano, influido por los egipcios, también incorporaba ajustes para corregir el desfase con el año solar. Este calendario fue adoptado por los romanos después de que Julio César quedara impresionado por la precisión del calendario egipcio durante su visita a Egipto en el año 48 a.C. El calendario juliano establecía un año de 365 días con un día adicional cada cuatro años. Sin embargo, la transición del calendario romano al juliano fue complicada debido a las grandes discrepancias en el calendario antiguo. En el año 46 a.C., los romanos tuvieron un año de 445 días para hacer la transición, conocido como el “año juliano” o el “año de la confusión”.
¿Sabías que en el calendario juliano, el día adicional añadido cada cuatro años venía después del 23 de febrero en lugar del 29 de febrero? Los romanos solían llamar “calendas” al primer día de cada mes. El día 24 de febrero era el sexto día antes de las calendas de marzo. El día adicional después de este se conocía como “ante diem bis sextum kalendas martias”, que con el tiempo se convirtió en “bisextum” o “bisiesto”.
La reforma gregoriana, promulgada por el Papa Gregorio XIII en 1582 mediante la bula “Inter Gravissimas”, introdujo ajustes importantes al calendario. Se eliminaron diez días después del 4 de octubre de 1582 para sincronizar el calendario con el año solar y se adoptó el modelo gregoriano. Además, el día adicional en los años bisiestos se movió al 29 de febrero. Esta reforma aseguró una armonización casi perfecta entre el calendario y el año solar al eliminar tres años bisiestos cada cuatro siglos.
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