La serie animada Batman: Caped Crusader vuelve en el tiempo a las raíces de uno de los superhéroes más icónicos de DC Comics. De hecho, parte de la trinidad de esa casa editora, junto con Superman y Wonder Woman. Y lo hace con una animación con estilo noir, inspirado en las historias del personaje de los cómics de los años 40 y 60.
La serie de Amazon Prime, cuyo primer episodio recibió gran estima por parte de críticos y fans, presenta a un Batman / Bruce Wayne inmerso en su vocación primaria, como un detective extraordinario cuya obsesión de origen traumático lo lleva a un imperioso deseo de vigilancia. Es decir, al final de cuentas, alguien que toma la justicia por sus propias manos.
Cabe aclarar que se trata de una solución inevitable. Dentro de la propuesta de la serie, ya que Gótica, la ficticia ciudad inspirada en el Nueva York de aquellos años, está corrompida hasta los dientes, con más del 50 por ciento de policías, jefes y subalternos, en la nómina de Oswalda Cobblepot, quien dirige una red criminal en pugna por la supremacía sobre la ciudad.
Se trata de un Batman relativamente novato, quien no le resta protagonismo a otros personajes de la serie. Como tal, comete errores, pero mantiene una férrea lucha contra el crimen organizado. No se trata de un superhéroe superficial. Más bien, él y el resto de personajes están muy bien representados y tienen, cada uno, un redondeo poco usual en este tipo de producciones.
Por el estilo, el entorno oscuro, corrupto y falto de esperanza, situado en una época que ahora se siente remota y capaz de abrigar semejante tipo de sociedad, se acentúa con una animación de inspiración art déco, de contrastes intensos y dibujo de trazo definido, acentuada por diálogos cortos, directos y una pista musical acorde.
Es importante notar la duración de cada episodio, que no supera los 24 minutos. Por lo tanto, no hay espacio para palabrerías insulsas.
Batman ha tenido muchas interpretaciones y reinterpretaciones, desde simplonas hasta excelentes seguimientos del monomito de Campbell. Parafraseando a La ciudad desnuda, esta versión no solo es una de ellas, sino, tal vez, una de sus mejores.
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