En el panorama global actual, se reconoce la necesidad de avanzar hacia sociedades más justas y con igualdad de oportunidades, trascendiendo del enfoque individual. Desde esta perspectiva, el desarrollo comunitario se revela como un concepto fundamental que implica perdurabilidad en los cambios y acciones de una comunidad. En el camino se superan desafíos y propiciando un crecimiento más uniforme entre sus miembros.
Como se señala en el artículo de la Caja de Herramientas Comunitarias, el desarrollo comunitario implica el fortalecimiento y construcción de la comunidad a través de mejoras en los procesos de realización. En este los miembros participan activamente para abordar necesidades y resolver problemáticas comunes. Aunque este enfoque puede considerarse como un objetivo en sí mismo, también puede concebirse como el inicio de un proceso más amplio.
Bajo este marco, el desarrollo comunitario adopta una visión social que busca impulsar la participación activa de las personas en actividades que atiendan al bien común de su entorno. Este proceso puede tener objetivos específicos adaptados a las necesidades particulares de cada comunidad.
El desarrollo comunitario abarca dos niveles de alcance: el local y el global. A nivel local, se centra en esferas más concentradas, como una calle, una manzana o una delegación. A nivel global aborda estratos más extensos, como un país, un continente o una región. Ambos niveles requieren una planificación social que defienda los intereses y necesidades de la comunidad, mediante acciones sociales, organización de coaliciones o promoción de cambios en las políticas.
La participación en proyectos comunitarios se erige como una de las formas más efectivas de implicación social directa. Para formar parte de estos proyectos, es esencial realizar un diagnóstico de los proyectos comunitarios existentes en el área. Así como identificar los intereses alineados con las habilidades y valores del individuo, comprometerse activamente y seguir informándose sobre los logros del proyecto incluso después de la participación.
La participación no se limita únicamente a proyectos comunitarios; también puede extenderse a iniciativas de responsabilidad social corporativa. En todas sus formas, la participación fomenta la empatía, el desarrollo comunitario y el empoderamiento individual y colectivo. Al mismo tiempo proporciona las herramientas necesarias para mejorar la calidad de vida de las personas. En este sentido, acercarse a proyectos sociales en la comunidad adquiere un significado más profundo y beneficioso de lo que podría percibirse inicialmente. ¿Se encuentra informado sobre los proyectos sociales en su comunidad?