En un rincón acogedor de su hogar, Angélica Álvarez de Blanco se sienta rodeada de sus seres más queridos. A sus 46 años, la vida le ha presentado un desafío doloroso, pero a través de él, ha descubierto su propia fortaleza, perseverancia ante la adversidad y la importancia de la unión familiar.
El inicio de un viaje desconocido y difícil
La vida de Angélica dio un giro drástico a los 34 años, durante su embarazo, cuando comenzó a notar síntomas extraños que la llevaron al médico. Años más tarde, en una consulta que duró apenas unos minutos, aunque para ella cada minuto se sintió como horas, su mundo dio un giro de 360 grados: fue diagnosticada con enfermedad renal.
Desde ese momento, cada día ha sido una batalla constante, pero también un testimonio de resiliencia, paciencia y determinación. “La enfermedad me ha dado la conciencia de vivir y disfrutar de las pequeñas cosas” confesó Angélica.
Un apoyo más allá de un trabajo
Desde junio de 2023, Angélica asiste a tratamientos de hemodiálisis tres veces a la semana. Aunque al principio le costó aceptar este nuevo estilo de vida, ha aprendido a encontrar un equilibrio. NIPRO/CID se ha convertido en un pilar fundamental de fortaleza, donde la atención y disponibilidad de su equipo van más allá de un simple trabajo.
A lo largo de los años de tratamiento, los médicos, nutricionistas, psicólogos, enfermeros y colaboradores se han convertido en su segunda familia. “Gracias a ellos, me he podido sentir segura, incluso en mis días más difíciles. Me han enseñado que está bien tener miedo, pero no puedo dejar que eso me controle”, compartió con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Construyendo recuerdos
A pesar de los desafíos, Angélica se esfuerza por disfrutar de cada momento con su familia. Se las ingenia para preparar la lonchera de su hijo, cocinar comidas saludables y, cuando tiene la oportunidad, salir al parque a jugar, correr y dar vueltas en su bicicleta. “Cada sonrisa de mi hijo es un recordatorio de por qué sigo luchando; ellos son mi motor para no rendirme”, expresó con el corazón lleno de gratitud.
Un mural que cuenta más que una historia
Recientemente, participó en la creación de un mural que celebra la lucha contra la enfermedad renal. Junto a su hijo, dibujó una mariposa, un símbolo de su renacimiento en medio de la adversidad. Al observar el mural creado por otros pacientes, Angélica pudo notar cómo cada historia cobra vida: las dificultades y luchas de todos los pacientes se reflejan en esa pared.
Angélica no quiere que lo que vive día a día con la enfermedad pase desapercibido. Su consejo a quienes enfrentan diagnósticos similares es claro: “Nunca pierdan la fe, busquen apoyo y aprendan a cuidar su salud. El amor echa fuera el temor”. A su familia, les recomienda estar bien informados sobre la enfermedad, ya que el apoyo familiar es fundamental para atravesar esta batalla.
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