Economía circular: el modelo que está transformando Guatemala y marcando tendencia en Centroamérica

Economía circular: ante el agotamiento de recursos y la crisis climática, Guatemala comienza a destacar con iniciativas que apuestan por producir sin desperdiciar, reciclar con impacto y consumir de forma más inteligente.

A lo largo del país, surgen proyectos empresariales que no solo apuestan por la sostenibilidad, sino que la convierten en el eje de su modelo de negocio. Tal es el caso de Atitlán Recicla, una cooperativa liderada por mujeres indígenas en las orillas del Lago de Atitlán. Ellas recolectan, separan y procesan toneladas de residuos plásticos que, de otro modo, terminarían contaminando uno de los cuerpos de agua más emblemáticos de Centroamérica. Su trabajo no solo limpia el lago, también genera ingresos, autonomía y conciencia ambiental en sus comunidades.

Otro ejemplo innovador es Megapaca, la cadena guatemalteca de tiendas de ropa de segunda mano que ha reinventado el concepto de reutilización en la región. Con más de 90 puntos de venta en Guatemala, Honduras y El Salvador, Megapaca evita que miles de toneladas de textiles terminen en vertederos. Además, ha desarrollado una línea de reciclaje industrial a través de Novafiber, que transforma residuos textiles en relleno para colchones, aislantes y otros productos.

Estos proyectos son apenas una muestra del potencial de la economía circular como herramienta de transformación social, económica y ambiental. El modelo está dejando de ser una aspiración para convertirse en una práctica concreta en sectores como el agro, la construcción, la moda y la tecnología. Guatemala, con su riqueza natural y talento emprendedor, tiene la oportunidad de liderar esta transición en la región.

Sin embargo, el camino aún es largo. La ausencia de políticas públicas específicas, la débil infraestructura de reciclaje y la limitada cultura de consumo responsable siguen siendo obstáculos. Superarlos exigirá coordinación entre el sector público, la empresa privada, las comunidades y la cooperación internacional.

Lo cierto es que el cambio ya comenzó, y Guatemala está demostrando que un modelo más eficiente, justo y regenerativo no solo es posible, sino urgente.

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