La relación entre Elon Musk y Donald Trump, dos de las figuras más influyentes y polarizantes de Estados Unidos, ha evolucionado de una aparente alianza táctica a un enfrentamiento directo marcado por críticas públicas, diferencias ideológicas y una lucha de poder que trasciende lo personal para instalarse en el debate político nacional.
Durante el mandato de Trump, Elon Musk mantuvo una relación ambigua con el entonces presidente. Aunque no era un aliado declarado, participó en algunos consejos asesores y evitó criticar abiertamente a la administración republicana en sus primeras etapas. Sin embargo, con el paso del tiempo y especialmente después de la gestión de la pandemia, Musk comenzó a tomar distancia, criticando medidas del gobierno federal y mostrando un perfil más libertario e independiente.
El quiebre definitivo se produjo en 2022, cuando Musk expresó públicamente que no apoyaría una posible reelección de Trump y manifestó su preferencia por un “liderazgo centrado y racional”, incluso mencionando que apoyaría a Ron DeSantis si se postulaba. Trump, conocido por no dejar pasar críticas sin respuesta, arremetió contra Musk en su red social Truth Social, calificándolo de “otro genio falso” y asegurando que le suplicó favores cuando necesitaba apoyo gubernamental para sus empresas.
Desde entonces, el intercambio de declaraciones ha sido constante. Musk ha criticado a Trump por fomentar la división, calificándolo como una figura que “debería retirarse elegantemente”. También ha insinuado que el expresidente representa un obstáculo para el futuro del Partido Republicano. Por su parte, Trump ha puesto en duda la credibilidad del empresario y se ha burlado de sus fracasos tecnológicos y promesas incumplidas.
La tensión no se limita a lo personal. Diversos sectores han cuestionado a Musk, ahora al frente de la red social X (antes Twitter). Por permitir el regreso de figuras extremistas previamente vetadas, incluido el propio Trump. Sin embargo, hasta la fecha, el expresidente ha preferido mantenerse activo en su propia plataforma, Truth Social, rechazando la invitación de Musk a regresar.
El enfrentamiento entre ambos ocurre en un contexto político cada vez más complejo. Donde figuras ajenas a la política tradicional, como empresarios y celebridades, influyen directamente en la opinión pública. Musk, con más de 180 millones de seguidores en X, ejerce un poder comunicacional innegable. Trump, por su parte, conserva una base sólida que le permite mantenerse como uno de los principales contendientes republicanos para 2024.
Analistas coinciden en que este distanciamiento puede tener implicaciones electorales. Mientras Trump apela a su base tradicional, Musk influye en votantes libertarios, tecnológicos e independientes, quienes podrían inclinar la balanza en estados clave. El choque de egos, visiones y estrategias seguirá alimentando titulares y tensando el escenario político en los próximos meses.
Por ahora, el acercamiento parece improbable. La guerra de palabras continúa, y lo que alguna vez fue una alianza estratégica, hoy es un enfrentamiento público entre dos potencias con ambiciones propias y caminos divergentes.
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