El Tren Maya, uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos en la historia reciente de México, avanza en su consolidación como motor de desarrollo económico, social y turístico en el sureste del país. Diseñado para conectar los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, el Tren Maya no solo moderniza el transporte ferroviario, sino que también apuesta por un modelo de desarrollo sustentable que promueve la inclusión y la preservación cultural.
El megaproyecto contempla más de 1,500 kilómetros de vía férrea, conectando ciudades clave y sitios arqueológicos emblemáticos como Palenque, Chichén Itzá y Tulum. Esta conectividad permite no solo mejorar el acceso a zonas de difícil comunicación, sino también dinamizar la economía local, potenciar el turismo y generar empleos en comunidades históricamente marginadas.
De acuerdo con el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), el Tren Maya busca integrar armónicamente el desarrollo regional, respetando el patrimonio natural y cultural. Además, se han implementado medidas de mitigación ambiental, programas de reforestación y consultas con pueblos originarios para garantizar que el proyecto avance con respeto a los derechos humanos y a la biodiversidad.
La obra ha generado controversia por su impacto ambiental, pero el gobierno federal asegura que se han realizado estudios rigurosos y adaptaciones técnicas para minimizar daños. Mientras tanto, miles de mexicanos ya se benefician con empleo directo e indirecto gracias a esta iniciativa.
El Tren Maya se perfila como un símbolo del México moderno que apuesta por la sostenibilidad, la conectividad y el respeto por sus raíces.
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